ETAPA 3: Camino Primitivo, Escampleiro – Campiello (Casa Herminia),

ETAPA 3: Camino Primitivo, Escampleiro – Campiello (Casa Herminia),

 por Juan Rodriguez Carretero

 
El lunes 23 de abril comenzamos realmente el Camino Primitivo (al que ya le habíamos recortado unos 12 kilómetros el día anterior desde Oviedo a Escampleiro), este trayecto sigue la senda del primer Camino conocido, el que tomó Alfonso II el Casto, en el siglo IX para visitar la recién descubierta tumba del Apóstol Santiago, dicen que se trata de uno de los Caminos más duros que hay, para nosotros por lo menos así fue.

Los mas perezosos nos levantamos más o menos como todos los días a las 7.30 y tras la rutina de recogida habitual salimos del Albergue donde habíamos dormido solos los cinco del equipo, el clima acompañaba a dar pedales, fresco y nuboso pero de momento sin lluvia; la primera parada a los pocos kilómetros de sendero fue en un pequeño Bar cuyo dueño además era el panadero de la zona y retrasó un poco su reparto para darnos una barra de pan y unos cafés. Quedamos con “el Padre Luis” en vernos a unos 30 kilómetros de allí  y continuamos el Camino por un precioso sendero a la orilla del Rio Nalón, al final del cual Rafa Saco rompe la cadena por segunda vez lo que activa la búsqueda de un repuesto que solo encontraríamos días después.

Pasamos por Grado, primer pueblo grande de la jornada donde sellamos en su Ayuntamiento y nada más dejar el pueblo ascendemos el primer puerto del día por una estrecha carretera y bajamos rápidamente por un camino ancho de gravilla de unas obras. Unos kilómetros más adelante tras cruzar un desbordado Rio Narcea perdemos el Camino, que retomamos tras tres kilómetros de peligrosa carretera, llegando al segundo gran pueblo de la jornada, Salas, y nos reponemos con un bocata de antología merced al impagable apoyo de Luis. Desde la misma salida de Salas comenzamos un largo ascenso por un precioso sendero con la autovía muchos metros por encima de nuestras cabezas, toda la subida en paralelo a un arroyo y justo tras coronar la cima encontramos el precioso albergue de Bodenaya en el que nos vuelven a recomendar por segunda vez en lo que va de jornada que no durmamos en Pola de Allande (famoso por los cocidos de “la  allandesa”) sino en Campiello,  donde una hospitalera llamada Herminia hace grato el descanso. Llamamos al camarada Luis y lo ponemos tras la pista de la tal Herminia y continuamos por un terreno rompepiernas a los pies de una cordillera sembrada de “ventiladores” hacia el tercer gran pueblo de la jornada, Tineo, capital del Consejo y al que llegamos muy tocados merced a los casi 60 duros kilómetros que llevamos y que en esta última parte se hacen larguísimos por un fuerte viento en contra y sobre todo por el auténtico barrizal en que están convertidos los caminos tras diez días de intensas lluvias, prácticamente era como ir metido por el cauce de un rio. Tras el paseo turístico a Tineo aun nos queda un tercer puerto que nos sube a los aerogeneradores (como siempre) y tras una rápida bajada (de las que se comen los frenos) decidimos hacer los 5 kilómetros hasta Campiello por carretera ya que nuestro ángel Luis nos avisa de que los últimos kilómetros están infernales de barro según le han comentado otros peregrinos en el Albergue y ya llevábamos una sobredosis de “chocolate”. Pasadas las seis de la tarde llegamos a Campiello, tras casi 70 kilómetros y más de 2000 metros de desnivel acumulado en nuestras piernas, pero sin duda lo más duro el barro.

Pero como siempre en este Camino el Apóstol Santiago nos recompensó todo ese esfuerzo con creces, y es que la señora Herminia resultó ser una HOSPITALERA con mayúsculas; a las siete de la tarde nos dio de comer hasta reventar un magnifico pote asturiano (me comí tres platos) y una cecina casera espectacular, mas postre casero y todo regado con vino cosechero elaborado por ellos mismos y chupito al canto.

Tras la suculenta comida pusimos en marcha la necesaria operación de “limpieza” que incluyó ducha de los peregrinos y sus maquinas rodadoras, mas lavadora y secadora industrial.

Aun nos sobró tiempo para que Maese Luis nos mostrara dos Monasterios abandonados de aquella Asturias profunda, antes de acoplarnos en la barra del Bar de Herminia y de la cual fuimos desalojados a altas horas de la madrugá tras dar buena cuenta de cervezas, tapas, licores y unos cuantos kilos de cacahuetes entre risas y animada charla. Herminia, su marido y su cuñado nos mostraron la cara amable de los pueblos de Asturias, un saludo para ellos.

Juan Rodriguez Carretero