De Córdoba a León, de un tirón

Como teníamos programado en las reuniones previas celebrada en los “cincos magníficos”, a las 8’30 h me subí a la moto de Luis para recoger la furgoneta de ATESA, a la misma hora Rafa Saco estaba en la recepción de la oficina dado que la reserva esta a su nombre, al mismo tiempo tenía su material de ciclista y su máquina preparada para dejarla en la furgoneta y continuar trabajando un rato mas. De vuelta a casa De Luis donde se encontraba desde la noche anterior el material del resto de participante se pusieron a cargar la furgoneta con Rafa Borrego el diestro manejador de Bicis y Luis el magnífico administrador  y gestor de rutas varias por los montes. Pasado este momento se pusieron a recoger a los artistas de la bici, primero a Juan, más tarde a Fernando y por último a Rafa en su casa, para partir desde allí con rumbo a León pasando por Madrid.

La mañana en Córdoba era algo nublada aunque el cielo no amenazaba agua, y como en días anteriores el viento era fuerte e incomodo, no tanto para viajar en coche como para ir en bicicleta.

El viaje fue tranquilo y como no, sobre todo para los que consiguieron pegar alguna cabezadita, no así para el conductor que se chupo 500 km. seguidos para darnos de comer en un área de la AP6 a la altura de Adanero,  km 110 más o menos.

Después de la comida los mismos que participaron en la siesta de la mañana la volvieron a repetir por la tarde dado el cansancio acumulado  a lo largo de la mañana… La llegada al Albergue de las Benedictinas en la plaza de la Virgen del Camino, fue rápida y de nuevo, aunque llevábamos credenciales desde Córdoba,  pagamos la nueva edición de la Credencial del Camino del Salvador” magnifico detalle de las monjitas. Por cierto albergue que en tiempos atrás cuando realizamos el camino Francés con Felipe, ya lo conocimos y del que guardábamos gratos recuerdos algunos de nosotros.

Después de descargar mochila e instalarnos, realizamos una pequeña ruta por la Catedral, Iglesia de San Isidoro, Sede Caja España, obra de Gaudí, y como mas importante local en la Calle Rúa? donde nos obsequiaron con sendas cervecitas y productos propios de la tierra.

Devuelta al albergue, realizamos la última etapa de penitencia en la plaza del albergue, “La chiquita Piconera”, para la que no la conocen es un bar tipo de León y para los mal pensados que la visiten y luego opinen.

El cierre del albergue era a las 9’30 h, y las hermanas, nos invitaron a la bendición del peregrino, acto que esta es la única  monja que tiene autorización para realizarla y la misma se pronuncian en distintos idiomas.

Por fin a  las 22’15, conseguimos acostarnos para intentar dormir, intento que en algunos de nosotros fue frustrado y lo consiguieron a medias mientras que los más viejos de lugar acostumbrados a todo tipo de suelos, colchones, firmes pues disfrutaron algo más de la noche.

Fernando Garzón